Nos ha parecido oportuno preparar este boletín informativo sobre el Santo Cristo de la Agonía, con fotografías de la imagen, que durante el tiempo de Cuaresma ponemos junto al presbiterio, para que sea más fácilmente contemplado en la Cruz y nos ayude a estar más cerca de Él espiritualmente, a imitarle mejor en su entrega por amor a cada uno de nosotros.
Recogemos aquí parte de la información del libro sobre la Historia Artística del Real Oratorio del Caballero de Gracia, de D. Graciliano Roscales, que tenemos en la Librería.
La Congregación —hoy Asociación eucarística—, durante todo el s. XIX, tenía la ilusión de que en el templo hubiera un Crucifijo, bien presidiendo, o para las funciones de Cuaresma, o a los pies del Oratorio para que los fieles pues dan besarlo. En acta de abril de 1883 se lee: “el señor Uribe indicó sería conveniente colocar un Cristo a los pies de la Iglesia de modo que fuese fácil besarle los pies y así se acordó para cuando se pudiera”.
En junta de julio de 1885 el Sacristán Mayor pone en conocimiento de la Junta que la señora Condesa de Albranca “ha hecho regalo de un hermoso crucifijo”; la Junta acepta la donación, recuerda la decisión tomada en abril de 1883 y comisiona al Sacristán Mayor para que busque sitio oportuno y lo adorne convenientemente y sea colocado a la adoración de los fieles.
Para el 21 de septiembre de 1885 el Cristo de la Agonía ya estaba colocado, y en abril de 1886 se le nombra a título personalísimo y honorífico Primer Rector del Oratorio; caso insólito en los anales jurídicos de la Congregación.
El Cristo fue colocado a los pies del Oratorio, a la derecha de la entrada principal, rodeado de una verja de madera adornado con un dosel forrado en rojo y una talla de flores y hojas policromada en oro. La imagen es del siglo XVII (1650) y es atribuida al escultor Juan Sánchez Barba, y procede del Hospital de Agonizantes que había en la calle Fuencarral. Aunque no hay documentos que lo certifiquen, es posible que la Condesa de Albranca lo adquiriera del Hospital, tal vez con ocasión de la desamortización de 1836. En 1975, el Marqués de Lozoya, autoridad indiscutible en la historia del arte, en visita al Oratorio dijo que el Santo Cristo de la Agonía “era el que más le gustaba de los que conocía en España”.
“Mira y contempla el rostro del Amor crucificado, que hoy desde la Cruz sigue siendo portador de esperanza; mano tendida para aquellos que se sienten crucificados, que experimentan en su vida el peso de sus fracasos, desengaños y desilusión. Mira y contempla el rostro de Cristo crucificado por amor a todos y sin exclusión” (Francisco, Homilía Miércoles de Ceniza, 2018).