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El viernes 11 de abril de 2025 ha tenido lugar la segunda sesión del curso, impartida por Pedro Galván Lamet (Doctor en Bellas Artes) y Mª Teresa Galván Casas (Neuropsicóloga.) El tema ha sido:

El diálogo en la relación amorosa

Ha sido abordado tanto desde la perspectiva de sus respectivas visiones profesionales, como desde su experiencia vital y espiritual como matrimonio cristiano.

No habría un diálogo sincero sin la constante tarea de descubrir y revelar el propio perfil personal más íntimo, que hace posible la unión desde la aceptación del “tu” y el “yo” reales.

La aceptación que va unida al conocimiento propio y al de la pareja, si procede del amor, es la base de una vida de unión, confianza y el respeto. Para mantener esta unión basada en la realidad de lo que somos, de lo que Dios ha querido para nosotros hay que liberarse de proyecciones y modelos externos; de expectativas basadas solo en cambios de circunstancias y asumir las sombras de ambos, transformándolas en parte de “la unión”.

De este modo podemos alcanzar el núcleo compartido de la unión del matrimonio que sería la intimidad; Un espacio psicológico y un territorio de encuentro y aceptación donde la vulnerabilidad y la desnudez dan paso a la confianza y la seguridad porque el amor refina los sentidos y el cuerpo aprende a relajarse y compartir. Es la celebración de la caricia. La intimidad es sagrada, misteriosa y en cierto modo artística; se ponen los medios para que acontezca, pero no es controlable, ni tiene un objetivo; no es una tarea.

La sexualidad es inherente a la persona y por ello se expande a toda la relación entre los esposos, por eso es importante valorar el placer fomentar el gozo de los sentidos, agradecer los cuidados y ser creativos en la vida cotidiana, evitando o contrarrestando tanto el estrés como el confort rutinario. Del mismo modo el deseo sexual, en la persona humana no es un impulso ciego, sino el hecho de desear con todas nuestras facultades y buscar las circunstancias oportunas para que el encuentro sexual deseado se produzca.

El cuerpo tiene sus propios lenguajes en los que es importante la autoestima corporal y psicológica. Saber y sentirse atractivos tiene que ver con cuidarse, con dar y recibir aprobación y con sentirse un regalo para el otro.

Tantos detalles de delicadeza del uno con el otro, tanto pensar antes en el otro que en uno mismo, requiere un gran amor pero también espíritu de sacrificio, saber poner por delante lo que el cónyuge desea. Sin duda, la práctica de la vida cristiana, el crecimiento en las virtudes, ayuda mucho a ese “olvido de sí”, que facilita la entrega.