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El viernes 14 de marzo, 2025, ha comenzado el Curso sobre la Belleza de la Sexualidad. Va a constar de cuatro sesiones, una al mes. Aunque es breve, se comentarán los aspectos más importantes relacionados con esta dimensión tan importante de la vida humana como es la sexualidad. El curso va dirigido sobre todo a matrimonios jóvenes, aunque también a novios y jóvenes en general.

La primera sesión la ha impartido Rosa Corazón, doctora en Derecho Civil y especialista en Derecho Matrimonial. Tiene una dilatada experiencia en procesos canónicos matrimoniales, y ha publicado varios libros.

El tema ha sido precisamente el que da título al curso: la belleza de la sexualidad. Aquí nos limitamos a recoger solo algunas ideas de la amplia e interesante exposición, que fue seguida con mucho interés por los asistentes. Los que deseen escuchar la conferencia entera pueden verla en el video que con ese mismo nombre está en internet. Y añadimos algún comentario directamente relacionado con el tema de la conferencia.

Empezaba recordando aspectos esenciales de la antropología, a partir de cómo hemos sido creados, hombre y mujer, iguales en dignidad y complementarios. Y cómo por tanto, la sexualidad es un don que Dios ha dado a la criatura humana, para la continuidad de la especie. Pero como no somos seres irracionales sino personas, nos guiamos no por el instinto sino por la razón. Lo que se nos ha revelado por la fe -ya en el Antiguo Testamento, completado en el Nuevo con Jesucristo-, confirma lo que la razón puede y debe llegar a conocer, como ya «descubrieron» los clásicos en la antigüedad de la cultura griega, además de hacernos ver que la sexualidad -regida por el 6º y el 9º Mandamiento- forma parte también de la vida del cristiano en su camino hacia la felicidad en la tierra y después para siempre en el cielo.

Aunque nuestro cuerpo haya quedado «herido» por el pecado original, seguimos manteniendo la libertad para orientar nuestra sexualidad según el fin para el que se nos ha dado, y no para la mera satisfacción del instinto y el placer. No debemos olvidar que somos «un cuerpo espiritualizado» o un «alma encarnada»: cuerpo y alma, en perfecta unión; no somos solo «materia» porque no somos seres irracionales, ni solo «espíritu» porque no somos ángeles. Las «exigencias» del cuerpo y las del alma deben ir unidas, una complementa a la otra, y viceversa. Hasta el punto de que estamos llamados a ser nada menos que un cuerpo resucitado y glorioso, al final de los tiempos, si hemos sido fieles al querer de Dios.

Habló también de la necesidad de educar tanto la sexualidad como la afectividad. Y la gran importancia que tiene para la fidelidad en el matrimonio y también para la apertura a la vida.

El ambiente actual, en muchos casos no ayuda, por la frivolidad en el modo de vivir la sexualidad, por el relativismo moral, por modas y costumbres e incluso leyes contrarias a la dignidad de la persona humana, tanto de la mujer como del hombre. Y las consecuencias están a la vista de todos: el fracaso de un amor que no es verdadero; la infecundidad del egoísmo y la anticoncepción, la drogadicción… El último escalón de esta cadena es el aborto.

Por el contrario, el atractivo de los noviazgos en los que hay un amor que, por serlo, sabe respetarse mutuamente el uno al otro; la prudencia, para evitar situaciones inconvenientes y peligrosas.. Y también el gozo de ver matrimonios unidos, en los momentos fáciles y en otros más complicados, los hijos bien educados a partir del buen ejemplo de sus padres, familias numerosas cuando no hay causas objetivas que lo impidan… Por eso decía la doctora Corazón, «al matrimonio hay que ir con la cabeza bien sentada», y afirmaba que el éxito en el matrimonio -el que sean felices, fieles, entregados, generosos, fuertes para sobrellevas las dificultades…- es, en lo humano, el mayor éxito al que se puede aspirar.

Terminamos con esta otra idea que exponía en su conferencia: «la belleza de Dios se refleja en la sexualidad». Efectivamente así es. Pero para captar la realidad de esa comparación…, hay que conocer y tratar a Dios, a Jesucristo. Pues ánimo, que vale la pena…